viernes, 23 de febrero de 2007

E-DICEPS. 1.1. Conocimiento y poder...

1.1. Conocimiento y poder tecnocientífico en la democracia avanzada.

El conocimiento no sólo se ha convertido en una de las claves del desarrollo económico, sino que además contribuye al desarrollo humano y la autonomía (empoderamiento) de los individuos. En este sentido, mas allá de que el conocimiento aparezca como una fuente de poder desde los primeros momentos de la organización social humana, se presenta como una fuente de poder “virtual” por su capacidad de creación potencial de prevención y manejo de escenarios y porque alimenta la capacidad de acción de los grupos y las personas. El relativamente lento surgimiento de la conciencia de este hecho, así como la velocidad exponencial con que se ha empezado a postular el paso de la sociedad de la información –cuando aun no termina de instalarse…- hacia las sociedades del conocimiento, tal como lo plantea la UNESCO y otras organizaciones líderes dentro del concierto mundial, (
www.wsis.org) ha llevado a una ampliación sin precedentes de las posibilidades de intervención y participación social de los individuos en las sociedades modernas, que así sea aún lejos de alcanzar el máximo sentido esperable de sus potencialidades, se plasma en primer lugar en la libertad del reconocimiento de instituciones democráticas abiertas a la participación de todos.

Desde los inicios de la historia de occidente, en la democracia ateniense, la capacidad (distintos tipos y facultades de ella) aparece como un elemento constitutivo de la ciudadanía. Así, la participación en las elecciones a lo largo de la historia –ya sea en un contexto censitario, o más o menos democrático, siempre tuvo como condición previa una determinada capacidad, cuya definición ha cambiado considerablemente con el tiempo y las circunstancias y que a no dudarlo, seguirá cambiando en los tiempos a venir. El sufragio universal que conocemos y practicamos, sólo se ha convertido en una realidad democrática efectiva con la generalización de la educación para todos y la definición de una mayoría de edad en la que los hombres y mujeres adquieren el derecho de voto, y plena posesión de sus derechos ciudadanos, ocurre en un período mucho mas reciente que lo que tendemos a pensar (y no nos referimos al reciente paso de la dictadura a la democracia). Por cierto, el que estos elementos puedan darse dentro de un contexto en el que los medios informativos sean libres e independientes, es de muchas maneras un logro al que dada su concentración en determinadas manos propietarias y situaciones monopólicas de facto, es una tarea que no hemos realizado como sociedad, pero a la cual seguiremos abocados. Los aspectos relativos a la difusión científica y a la fusión cada vez mayor de lo académico y lo político en el seno de las administraciones contemporáneas, encuentran sin duda un importante apoyo en el desarrollo de las TIC´s y particularmente de Internet, que seguirán modificando nuestros hábitos y en brindando posibilidades a la difusión del conocimiento, que, como decimos, es, ha sido y seguramente seguirá siendo cada vez más, una condición necesaria y un componente esencial en el diseño, orientación y desarrollo de las posiciones políticas en el espacio social público y la entrega de servicio con vistas al bien común de los grupos y las personas, cualquiera que sea su condición.

Aunque parezca una paradoja, por otra parte, si el conocimiento es la condición que permite identificar la capacidad de los ciudadanos a participar en la toma de decisiones en una sociedad democrática, también será necesario estar atento a que las disparidades de conocimientos entre los ciudadanos de una misma democracia no conduzcan a otorgar a los que más conocimientos poseen una autoridad excesiva en el debate público. También hay que desarrollar los mecanismos de participación evaluativa necesarios para que la coincidencia histórica de las sociedades del conocimiento y de los regímenes democráticos no desemboque en un poder tutelar conferido a un círculo reducido de expertos y especialistas en asuntos públicos, como de alguna manera lo hemos visto en distintas manifestaciones recientes del ejercicio y como genéricamente se atribuye al funcionamiento de la llamada “tecnocracia”. En efecto, la autoridad de un experto dista mucho de ser siempre legítima, sobre todo cuando se aventura fuera de su ámbito de especialización y pretende ejercer un magisterio moral sobre cuestiones públicas que muy a menudo guardan relación con las preferencias colectivas y exigen acuerdos comunes de otro orden y de acuerdo a criterios de especificidad que no formaban parte de la situación de origen a la que remite el cargo y la investidura.

Una de las principales fuentes de la aparentemente creciente falta de participación social, ha sido reconocida en la generalizada sospecha de que las decisiones reales se adoptan fuera del espacio público, en función de las posiciones de distintos grupos de interés próximos a las distintas manifestaciones del poder y que en consecuencia el debate democrático sólo es una práctica puramente formal. Esta situación, en la situación de inflexión social que parece enfrentarnos a la historia, permite preguntarse si en las sociedades del conocimiento, el manejo adecuado de las fuentes de información y conocimiento, así como de los mecanismos instrumentales que permiten la generalización de las competencias técnicas, no será a su vez, el medio para impedir los abusos de poder de “expertos” y la fuerza de los grupos de presión, ya que cuando todo individuo posee el conocimiento suficiente que le permite ser capaz de evaluar el campo de especialidad y la autoridad relativa de los conocimientos técnicos de los expertos, éstos por una parte se verán “liberados” de la presión continua de tener que responder a cuestiones que no manejan, pero que se ven llevados a asumir y por la otra, cuando decidan entregar sus recomendaciones, estarán obligados a rendir cuentas al público de las repercusiones y resultados de sus recomendaciones en las decisiones colectivas, por cuanto, junto al desarrollo de las capacidades del conocimiento, se habrán desarrollado las herramientas tecnológicas que permitirán a la vez formarlo y darle continuidad.

De esta manera, es también una posibilidad abierta al futuro de nuestros desarrollos humanos, el que el desarrollo de las sociedades del conocimiento, abra camino a nuevas formas y distintos estilos de democracia más participativa, dónde las modalidades de interacción y los códigos protagónicos de su reformulación entre los distintos actores socio-técnicos, pudieran adquirir una influencia determinante, que no necesariamente habría de poner en tela de juicio las modalidades actualmente en vigor de designación de los legisladores y dirigentes y en consecuencia la legitimidad representativa que poseen en tanto pilar constitucional de las instituciones democráticas. En efecto, se trataría de conjugar las condiciones de una práctica que aparece como sólidamente respaldada por los imaginarios sociales de los colectivos y las modalidades investigativas que dieran cuenta de la utilización innovativa de las nuevas herramientas tecnológicas que la particular fusión de ciencia y tecnología producida en nuestros días, ha puesto al alcance de una cantidad enorme de personas, como una situación de transición hacia niveles crecientes -aunque eventualmente diferentes, en razón de transformaciones cualitativas-, de articulación de mecanismos conocidos y no (aún) de participación y control, pero que se dejan entrever en las posibilidades que presenta a la humanidad el desarrollo de los sistemas que utilizamos en ámbitos diferentes, pero que manifiestan cada vez más como evidencia intrínseca, su característica de convergencia.

Las condiciones de ejercicio de la “democracia técnica”, el contexto de inevitable internacionalización en que se desarrollan aún sus manifestaciones internas, así como la necesidad de hacer coincidir las opiniones de la diversidad de expertos correspondientes a los temas convergentes, para la toma de posiciones, hace que sea una característica de los “foros” (modalidad hegemónica actual de instancia de diseño de políticas y acuerdos sobre toma de decisiones), el que se presente una abigarrada heterogeneidad de protagonistas en discusiones sobre cuestiones de carácter técnico o científico y que sus resultados, aparezcan como fuente preferencial de apoyo a determinadas decisiones políticas, que en esas instancias se sustenten. La complejidad de los temas, desarrollados acumulativamente desde el siglo pasado y exponencialmente por el fermento de la tecnología de la información, encuentra en la convergencia práctica de otros saberes un escenario en el que cada vez más y hasta niveles actualmente inimaginables, la formación y el desempeño de las actividades diferenciadas que caracterizaron la ciencia “cartesiana”, se verán sustituidos por nuevas modalidades de generación colectiva de conocimientos y en los que en cada una de sus expresiones se hace cada vez mas difícil determinar si se tratará de las condiciones científicas de lo político o de las condiciones políticas de lo científico. Con el desarrollo –ya presente- de las sociedades del conocimiento, los grandes debates de política científica, requerirán de la acabada formación de un nuevo tipo de “expertos-inexpertos”, que puedan manejar la data necesaria a la comprensión de los puntos de fuga, más que abrigarse con el escudo protector de sus certezas disciplinarias. No es otra cosa lo que vemos cuando se discute de biotecnología, temas de propiedad intelectual (TRIPS), bioética, Organismos Genéticamente Modificados (OGM), nanotecnologías, etc., en los foros coinciden una amplia gama de participantes de distintos niveles, oficiales y no, expertos, políticos, organizaciones no gubernamentales, medios informativos, empresas y ciudadanos, que expresan enfoques y sostienen posiciones distintas, que se continúan más allá de esas instancias, para ir enraizándose de distintas maneras y cobrando fuerza en los distintos contextos sociales de sus proveniencias, pero que encuentran la repercusión de su práctica en la hasta hace poco inimaginable concepción sistémica (y en rigor metafísica), de un planeta dónde cada hecho está relacionado con la totalidad y donde cada persona es responsable de todos. El paradigma de ello, por cierto es la importancia creciente que adquiere en los distintos temas, el tratamiento de los temas medio ambientales. Un ejemplo tan duro como reciente de ello, es la difusión de los resultados de la investigación llevada a cabo durante seis años por distintos grupos de expertos, realizada por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático, de las UN en febrero en París. (IPCC/ Summary for Policymakers, en LINC:
www.siischilesolidario.blogspot.com)

Sin duda que estas condiciones del “Mind-Set” contemporáneo, posibilitan nuevas formas de participación colectiva en las tareas de construcción de un efectivo Sistema de Protección Social Universal en nuestro país, que permita convocar la reflexión científica en investigaciones que aporten sustantivamente al logro de sus tareas estratégicas, así como facultan a sus autoridades a liderar el llamado a un ejercicio responsable de un conocimiento científico que para ser sustentable, no puede menos que destinar parte importante de sus esfuerzos y potenciales a la investigación aplicada en formas concretas y operativas de resolver los problemas de inequidad que enfrentamos como país, al tiempo que se implementan estrategias de difusión social de las nuevas condiciones que reconfiguran el espacio social. Mideplan, particularmente, en su rol de coordinador de la política Social, habría de sugerir a la autoridad el diseño un programa que permitiera destinar obligatoriamente un porcentaje significativo del presupuesto de la “iniciativa científica programa Millenium”, a investigación aplicada en energías alternativas sustentables directamente relacionadas con los temas de superación de la pobreza. De la misma manera, habría de ser convocada una efectiva participación productiva del Estado en la solución de los temas de la pobreza, que hiciera sustentable en el tiempo la promoción iniciada con el programa Chile Solidario y que en el estado actual, no garantiza realmente ninguna inserción efectiva y permanente en la vida social productiva, de las familias que terminen el período de asistencia y “seguimiento”. Las propuestas del subsidio hechas por la “comisión Marcel”, deben haberlo así entendido.

1.2. Finalmente, una mirada crítica sobre las enormes concentraciones y tendencias monopólicas de los nuevos “imperios” tecnocientíficos contemporáneos, así como de propuestas de acción y sugerencias a la sociedad civil y los gobiernos en el sitio
www.etcgroup.org

No hay comentarios: